viernes, 25 de abril de 2014

N MEMORIAM: TITO VILANOVA "EL GENIO EN LA SOMBRA, UN GENIO ETERNO" POR RAYCO

Hay personas a las que la vida no les deja brillar todo el tiempo que se merecen. En esos casos todos sufrimos esa burla del destino, el protagonista no puede alargar más tiempo su obra y los que disfrutamos de su buen hacer nos quedamos con ganas de más. Su trabajo nos parece tan efímero como una mirada o una sonrisa. Lamentablemente, desde hoy, Tito Vilanova pertenece a ese grupo de ilustres personas.
Francesc “Tito” Vilanova nació el 17 de septiembre de 1968 en el pequeño pueblo gerundense de Bellcaire d’Empordá. Hijo de payeses, llegó al Barça en 1984 jugando en todas las categorías hasta llegar al Barça B. En el filial blaugrana coincidiría con Guillermo Amor, Albert Ferrer, Carles Busquets, el también malogrado Sergi López y el que sería uno de sus mejores amigos en el fútbol y en la vida, Jordi Roura.
Centrocampista fino y elegante, aunque algo lento y frío, su carrera como futbolista profesional tuvo que desarrollarse fuera del Barcelona. En 1990, salió de su casa futbolística para volver a sus orígenes. Tito jugó dos años en aquel UE Figueres que estuvo a un paso de subir a Primera de la mano de Jorge D’Alessandro.
Su oportunidad en la máxima categoría le llegaría de la mano del Celta de Vigo. En el club celeste estuvo tres temporadas, pero entre las lesiones y que técnicos como Txetxu Rojo o Carlos Aimar preferían mediocampistas con más poderío físico, Tito apenas jugó una treintena de partidos con los vigueses. Tras su salida de Vigo, Tito inició un continuo vagar por distintos equipos (Badajoz, Mallorca, Lleida,...) para finalizar su carrera en la Gramenet.
Tito no tuvo una carrera como futbolista a la altura de su calidad, los problemas que tuvo en Vigo nunca le abandonaron. Siempre fue un futbolista proclive a las lesiones y bajo sospecha por su falta de mala leche sobre el césped.
Como técnico poco tardó en ingresar en la cadena de filiales del Barça donde entrenó a Gerard Piqué, Cesc Fábregas y Leo Messi.
En 2007 un viejo amigo, Pep Guardiola, le llamó para que fuera su ayudante al frente del Barça B, por aquel entonces en Tercera División. Pep, Tito y otro viejo amigo, el preparador físico Aureli Altimira volvían a formar equipo casi veinte años después. Ni el más optimista de los barcelonistas podía sospechar que en esa temporada del filial en Tercera iba a iniciarse la época dorada del club.
Tras conseguir el ascenso a Segunda B, el presidente del Barcelona, Joan Laporta tenía que dar un golpe de efecto para frenar la incipiente decadencia del primer equipo y recurre a Guardiola. Una maniobra de ésas que, o te llena de gloria o te deja el club como un solar.
Con Tito como principal apoyo de Pep, el Barça gana en cuatro temporadas: 3 Ligas, 2 Copas del Rey, 2 Champions, 2 Mundiales, 3 Supercopas de España y 2 Supercopas Europeas.

En la última temporada de Guardiola (2011-12), Tito tiene que afrontar el partido más importante de su vida. El 22 de noviembre de 2011 se le diagnosticaba cáncer en la glándula parótida. El vestuario del Barça apenas había logrado superar la noticia del cáncer de hígado de Eric Abidal cuando le llegó este mazazo.
Corría el mes de abril de 2012, cuando el Barça anunciaba que Guardiola no iba renovar su contrato y que Tito, ya recuperado pero algo débil por el tratamiento, era presentado como nuevo entrenador. El hombre que había estado en la sombra de un genio tenía la oportunidad de demostrar su propia genialidad.
Esa temporada 2012-13 fue la única como entrenador del Barcelona y estuvo marcada por la recaída de su enfermedad a mitad de curso. Pero a Tito le sobró tiempo para igualar el récord total de puntos en Liga (100), para batir el récord total de puntos en la primera vuelta y el récord del club de victorias como local y como visitante. Todo ello para conquistar la Liga número 22 del club.
Tito parecía recuperado para afrontar en una nueva temporada en el banquillo culé pero el cáncer estaba empeñado en privarnos de ese hombre tranquilo y con un cierto aire melancólico que entrenaba uno de los equipos más importantes del mundo a la vez que cumplía el sueño de su vida; y lo hacia con la misma serenidad de quien pasea por el parque pensando en sus cosas.
Tito tuvo que renunciar a su sueño y tratar de vencer a su incansable enfermedad por tercera vez. Le dejó su puesto al Tata Martino, quien tras ganar la Supercopa al Atlético de Madrid, declaró en un gesto lleno de humildad y sinceridad que honra al rosarino que ése título pertenecía a Tito.
Ése fue su epílogo como técnico, ganar un título sin estar presente. Ya ni siquiera era un genio en la sombra, estaba empezando el viaje a lo que es desde hoy, un genio eterno.

Rayco.

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