miércoles, 8 de agosto de 2012

RECUERDOS DE ORO: "PASADO Y PRESENTE" POR CLAUDIO M. SCIARRA

Nuestro segundo autor invitado nos escribe desde Rosario (Argentina), y su nombre es Claudio M. Sciarra, disc jockey, fotógrafo, dibujante, publicista y periodista. Como escritor ha participado en diversos concursos nacionales e internacionales, con algunos trabajos publicados en el formato impreso tradicional y otros como libro electrónico distribuidos por Internet.
RECUERDOS DE ORO: "PASADO Y PRESENTE": POR CLAUDIO M. SCIARRA:

Año 2012. La música de los 80, las series de esa década y los objetos vintage hacen furor y en ocasiones se imponen por encima de los hits en las discos de moda, de la TV actual y de la modernidad de lo último de la industria. ¿Por qué sucede esto? Quizás sea porque los adultos de hoy día, protagonistas de este nuevo milenio, pasamos nuestra infancia en esos años y nos resistimos a dejar de lado los recuerdos de nuestra niñez trayéndolos de vuelta al presente. En mi caso hubo hechos que se grabaron en mi mente por lo espectacular que me parecieron en aquellos años, como por ejemplo esas épicas escenas de combate espacial de la serie “Galáctica”, o la alta tecnología que desplegaba el helicóptero “Airwolf” (“Helicóptero”) o KITT ese auto fantástico y casi indestructible de las Industrias Knight. En esos tiempos los buenos de la TV eran realmente buenos y sin medias tintas, como BJ el camionero que recorría las rutas junto al mono Bear, o Charles Ingalls que pese a todas las adversidades siempre sacaba adelante a su familia que vivía en "La Casa de la Pradera". Mi espíritu de justicia quedaba siempre satisfecho luego de cada episodio de “Brigada A” (“El equipo A”) donde los malos recibían su merecido, se disparaban miles de tiros pero nunca moría nadie y todos recibían solo contusiones leves.

Las series de esos años también me hicieron enamorar como cuando vi a Lynda Carter en "La Mujer Maravilla" o a Pilar Torres, “Bea” de la serie "Verano Azul".
Mi adolescencia llega a mediados de los años 80, la década de oro de la música, y coincide con el inicio de mi trabajo como disc jockey. De ahí en mas la música siempre estuvo presente en cada momento de mi vida con éxitos de esos años que nunca he dejado de escuchar, como el disco de Queen, “The Game” que es uno de mis favoritos, o el álbum “Time” de la Electric Light Orchestra. En esos tiempos cada grupo o solista sacaba, cuando mucho, un álbum al año, lo que nos permitía saborearlo para apreciar cada tema en todas sus notas, no como ahora donde la vorágine de ediciones musicales cada tres meses nos tapan de música que no logramos saber si es buena o no porque no tenemos tiempo de escucharlas a todas.

 
El cine de esos años también produjo films que se grabaron a fuego en el recuerdo mío y de quienes compartieron mi infancia, como “Alien” (1979), “Rambo”(1985), “Terminator” (1985) o la trilogía de “Volver al Futuro”/”Regreso al futuro” (1985-1990), películas que lograron conmovernos con unos primitivos trucos pero que nos impactaron mas que las actuales que desbordan de efectos especiales en cada escena. Quizás porque tenían algo mas que simples imágenes y nos traían también historias que nos llegaban al alma como la de “ET” (1982) o “Cinema Paradiso” (1989).
Esos amigos con los que íbamos al cine eran amigos de carne y hueso y no como los de hoy en día que solo vemos en Facebook o que dan señales de vida a través del SMS de un teléfono móvil. No es que desprecie a los amigos de hoy en día, porque los tengo muchos y buenos, pero los amigos de antes no tenían otra forma de comunicarse con nosotros que golpeando a nuestra puerta y ese contacto humano, esa calidez e inocencia se extrañan un poco hoy día cuando vemos a los niños del Siglo XXI que deben aprender a manejar una computadora antes de saber leer para no quedarse atrás en el tiempo.

Tal vez seamos la última generación que se volvió adulta cuando tuvo la edad para serlo y no como nuestros niños que deberán volverse adultos cuando la sociedad así se los exija sin importar mucho si ya han jugado o aprendido lo suficiente.
 Claudio M. Sciarra.

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